Maestros del pasado, egos del presente: lo que el tiempo no cura, lo enquista

Maestros del pasado, egos del presente: lo que el tiempo no cura, lo enquista

A raíz de una foto publicada donde salimos tres personas – Sifu Rafa, Sifu Thommy L y un servidor -, tomada en Benidorm, tras un seminario el 31 de julio del 2010 (hace quince años de esto), uno de los protagonistas, Sifu Thommy, se ha sentido molesto y me dice que, la próxima vez, pida permiso.

Pues bien, aprovecho para dejar aquí lo que pienso sobre estas cosas… y sobre los “permisos”

Lo que vemos en este tipo de reacciones no es otra cosa que un ego desbordado, disfrazado de falsa humildad. No hay evolución marcial sin evolución personal. El verdadero maestro no necesita protagonismo ni imponer condiciones retrospectivas sobre momentos que, en su día, vivió voluntariamente, con gusto y hasta con orgullo.

Cuando alguien te exige que borres una foto que fue tomada con su consentimiento – además posando – hace más de una década, no está hablando de derechos. Está hablando de control. Y el control nace del miedo: miedo a quedar en segundo plano, miedo a no ser el foco de atención, miedo a no haber crecido tanto como dice haber crecido. Miedo, en definitiva.

Hay quienes creen que, con el paso de los años, la madurez llega sola. Que por llevar tiempo practicando artes marciales ya se ha alcanzado un nivel de conciencia, de serenidad, de sabiduría. Pero el tiempo, por si solo, no cura el ego: solo lo disfraza.

He visto a muchos que, años después de haber compartido entrenamientos, fotos, eventos, incluso momentos personales… regresan para pedir que se les borre del recuerdo. No por vergüenza. No por motivos legales. Sino por pura necesidad de sentirse por encima.

El verdadero maestro no necesita que su imagen sea controlada como un producto. No reclama derechos de algo que, en su momento, compartió con orgullo. Porque sabe que lo importante no es la foto, sino el camino que esta foto representa.

Es triste ver cómo algunos siguen anclados en la necesidad de destacar, de marcar territorio, de lanzar dardos disfrazados de corrección. Pero más triste aún es ver que no han aprendido nada nuevo desde entonces. Siguen siendo los mismos, solo con algunos años más.

Y mientras tanto, otros seguimos caminando. Con la misma humidad del primer día. Con las mismas ganas de compartir, de sumar, de recordar – sin necesidad de borrar el pasado para construir el presente.

Porque el ego que no se trabaja, no desaparece: solo se vuelve más ridículo con los años.

No, no pienso borrar la foto.


Sifu Rafa Sanchis, Sifu Thommy L. Sifu José C.Casimiro - 31 julio 2010- Benidorm.
1 Comment
  • Manuel Castañeyra
    Posted at 18:10h, 24 julio Responder

    No puedo estar mas de acuerdo. El mundo de las Artes Marciales es un mundo noble, de límites a la resistencia, de esfuerzo, de fortaleza mental, de espiritualidad forjada en la superación. Es un camino en dondo nos hacemos mejores guerreros y mejores seres humanos. Por eso me extraña tanto que sea un lugar donde el EGO encuentra tierra fértil, pero lo es. El miedo es nuestro principal enemigo, hay que entenderlo y mantenerlo en su sitio, pero puede convertirse en un garante de amor propio desmedido, caldo de cultivo para actitudes tan impropias de un sifu como la que describes, aunque puede que no hayan entendido el significado de esa palabra. En fin, que cada palo aguante su vela. Yo tampoco la borraría…

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