Vivir y entrenar con dolores y fibromialgia.

Vivir y entrenar con dolores y fibromialgia.

Mi relación con el dolor crónico comenzó tras una operación de hombro. Lo que debía ser una intervención para mejorar mi calidad de vida terminó con una infección en quirófano que desencadenó una cadena de problemas físicos: primero un hombro, luego el otro, el cuello, las caderas, las rodillas… hasta que apareció un diagnóstico que no esperaba: fibromialgia.

El impacto fue inmediato. El dolor ya no era un visitante ocasional, sino un inquilino permanente. Incluso tareas sencillas, movilidad, posturas corporales, caminar, mareos interminables, podían convertirse en un desafío. La fatiga y el dolor se colaban en mis entrenamientos, en mis clases y en mi vida personal.

Podría haberme rendido.
Pero decidí que el dolor no sería quien dictara mis límites.
Desde entonces, he enfocado mi vida en tres pilares:

  1. Deporte adaptado: entreno cada día, ajustando la intensidad a mi estado físico. A veces es trabajo de fuerza, otras movilidad o estiramientos, pero siempre en movimiento.
  2. Alimentación cuidada: aunque esto lo hice siempre. Priorizo alimentos que reduzcan la inflamación y mantengan estables mis niveles de energía.
  3. Cuidado y descanso: escuchar mi cuerpo, respetar las señales y no sentirme culpable por bajar el ritmo cuando es necesario.

No voy a mentir: hay días en los que los dolores parecen ganar la batalla. Pero el deporte que he ido practicando a lo largo de mi vida, me ha dado una ventaja estratégica: aunque no elimine el dolor, me mantiene fuerte, mejora mi circulación, reduce la rigidez y, sobre todo, me recuerda que aún tengo control sobre mi cuerpo.

He aprendido que el dolor no siempre es una señal para detenerse, sino una llamada a moverse de otra forma. Y que, con disciplina y perseverancia, se puede convivir con la fibromialgia, los dolores o cualquier otra, sin que esta te robe la pasión por lo que amas.

Sifu José C.Casimiro y Sifu Samuel Kwok.
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