Los maestros, sus disfraces y otros enlaces.

Los maestros, sus disfraces y otros enlaces.

Ya lo dijo el gran Fito: él camina despacito que las prisas no son buenas…
Pero, nos empeñamos en correr para… ¡no sé qué! 🤷🏻‍♂️

No deja de sorprenderme esa facilidad con que algunos presumen de sus logros. Logros, a cambio del vil metal, que presumen de haber conseguido bajo un esfuerzo que, solo le ha costado eso: meter la mano en la cartera.

Lo mismo, para aquellas personas que lejos de estar formadas en alguna técnica, ser especialistas en algo, se calzan unas botas o se ponen un uniforme de algo y ya son “especialistas en cualquier cosa”
Maestrillos de librillo y otros “comerciales vendedores de técnicas imposibles de recordar en situaciones reales” florituras y sevillanas dignas de cualquier fiesta flamenca, pero sin palmas.
Y, estos son los que, en ocasiones, señalan a otros por hacer lo que ellos ahora están haciendo… qué triste, de verdad.

Abres las redes sociales y lo primero que ves son certificados de algunos que, en menos de un año o quizás, no mucho más, han pasado de un nivel a otro superior. Personas que, no solo por su juventud, no podrían estar donde dicen estar, sino que, por el tiempo que “entrenan” y con quien lo hacen, sería imposible que pudiesen estar en esos niveles.

¿Nadie se ha dado cuenta que hace años los maestros de artes marciales sea de la índole que sea, eran más mayores de lo que vemos hoy en día?
Es triste ver que hay chavales, aún sin casi estudios, que ostentan grados, maestrías, danes, monitorados, entrenadores y otros “títulos” que no debería. ¡Ojo¡, que también los hay con estudios y no pocos. Más triste todavía, si ya no recuerdan lo que les costaron aquellos; so pena que, en aquella ocasión hiciesen los mismo que ahora: pagaran por ello o se los regalasen.


Se supone que, en las escuelas de artes marciales y otros deportes, hablamos de salud, del cuerpo humano, de tendones, músculos, huesos, biomecánica, elasticidad, comprensión y expresión corporal: de conocimiento, como poco, de lo que debemos cuidar.  De cómo debemos comportarnos para una mejor experiencia y, no me refiero solo a la marcialidad.


En las escuelas, al menos en la mía, cuando hablamos de deporte en términos generales, nos referimos a actividades físicas y competitivas que implican habilidades específicas y se realizan con el objetivo de divertirse, mantenerse en forma, mejorar el rendimiento físico y mental, o participar en competiciones formales. El deporte puede involucrar individuos o equipos y se practica a nivel amateur o profesional.

Cuando hablamos de artes marciales, nos referimos a sistemas de práctica y entrenamiento que se enfocan en técnicas de combate y autodefensa. Las artes marciales tienen una larga historia y se originaron en diferentes culturas alrededor del mundo, cada una con sus propias técnicas, filosofías y tradiciones.

Las artes marciales suelen incluir una combinación de movimientos corporales, técnicas de golpeo, patadas, bloqueos, lanzamientos, sumisiones y manejo de armas. Aunque las artes marciales tienen un enfoque en la lucha y la autodefensa, también promueven el desarrollo personal, el equilibrio mental y la disciplina.

Además del aspecto físico, las artes marciales suelen tener una dimensión filosófica y espiritual. Muchas de ellas se basan en principios éticos y valores como el respeto, la humildad, el autocontrol y la búsqueda del equilibrio interior.

La salud y el bienestar del alumno o cliente, es lo primero. No es el ansia de pegarle o que aprenda a pegar lo más pronto posible. ¿Si no enseñamos a nuestros alumnos a caminar, cómo le voy a enseñar a correr?

No se trata de enseñar a dar dos patadas y dos puñetazos. Se trata de poder ayudar a otra persona a conocerse a si mismo, a poder ayudarle con su alimentación si lo necesita, a valorar sus carencias y hacerle fuerte en estas para que pueda seguir y salir adelante. Se trata de llevar al alumno por el camino marcial con los valores adecuados. Valores, que muchos hablan y no practican ellos mismos. Se llenan la boca de estos rezos y después son los primeros en hacer lo contrario…solo hay que echar mano de hemeroteca o redes sociales y ver el panorama español que nos rodea hoy en día.

Si pegamos una patada al YouTube nos encontramos millones de estos “jóvenes” promesas y otros no tan jóvenes intentando vendernos el mejor de los sistemas, conocidos y por conocer. Viajeros frustrados que, lejos de enseñar algo interesante solo se muestran en los bonitos paisajes.  

Estamos rodeados de piratas, no solo del YouTube; piratas del tres al cuarto que, lejos de ser artistas marciales son vendedores de polémicas con sus comentarios y sus apuntes. Algunos de estos son los causantes de que muchos estudiantes dejen las artes marciales para siempre. O lo que es peor, porque se han sentido estafados, engañados y sangrados del dinero que le han sacado hasta llegar, algunos, a su preciado cinturón negro tan deseado.
Y después de conseguir ese cinturón, ¿qué pasa? Después, cualquier amigo que practica otro sistema le pone los pies en el suelo y le hace dudar al tiempo que se cuestiona ¿qué ha hecho durante tanto tiempo, además de perder dinero?

También tenemos a estos que, con sus comentarios, sus formas y maneras de enfocar sus clases: generan violencia a los ojos de los demás. Y de estas formas de enseñar, sale lo que no debería suceder en las artes marciales: creerse imbatible porque han entrenado así o asá y bajo este parámetro de estrés, de “lo más parecido a lo real” y un largo etc. y, con esas pautas, seremos intocables.

Quizás no se hayan parado a pensar que, quien nos está enseñando, ni siquiera ha tenido un conflicto en la calle. Y no, no me refiero a discutir en la cola del pan o en el metro: me refiero a un altercado serio. O aquellos que se creen saber técnicas militares, policiales u otras: cuando ni siquiera se han dignado hacer el servicio militar por estar exento, pies planos, o ve tú a saber; jamás han trabajo de seguridad, policía o algo relacionado.  Algunos, entrenando descalzos te hablan de botas, otros con botas, te hablan de arcos, y los de los arcos, no saben disparar flechas. En serio, ¿qué está sucediendo en las artes marciales?

Cinturones negros, miles de danes, cinturones rojos, dorados y de mil colores. ¡Señores no! el hábito no hace al monje. El tener un diploma colgado en la pared, no te hace un habilidoso artista marcial en nada, menos aún, si no entrenas o practicas lo aprendido anteriormente.
Tampoco, vestir tipo policía, militar, vigilante o cualquier cuerpo de seguridad: para, tristemente, no saber hacer ni un control a corta distancia o un desplazamiento, o manejar una situación verbal que no necesita más que el sentido común.
Aquí tenemos un largo tema para escribir sobre todo esto también.

Pero nos centraremos en lo que exigimos a nuestros semejantes.
Queremos que el asesor nos asesore, el abogado sea bueno, el empleado de banca sea el mejor, el policía sea honrado y legal, el informático sea un fenómeno, los políticos sean honestos y, además, que hayan estudiado en las mejores Universidades y colegios posibles, mejores graduaciones y a ser posibles, con referencias. Sin darnos cuenta que, todas estas profesiones y exigencias que tenemos, han necesitado de años de estudio, preparación y experiencia.

Entonces, ¿por qué no exigimos que los maestros de artes marciales sean los mejores formados, docentes y preparados? ¿De qué nos quejamos cuando vemos algunos hacer sus trucos de magia delante de las pantallas de los móviles en Tik Tok, YouTube y otras plataformas?
¿Por qué nos sorprende que nos sigan vendiendo titulaciones y certificados de fines de semana o simplemente por amiguismo, consigamos ese papel para decorar las paredes?

Y lo más triste, vemos cómo se enriquecen cuatro sinvergüenzas y se les llena la boca con sus historias, sus buenas charlas y técnicas de venta, marketing empresarial y otras artes burlonas que consiguen atraer el dinero de los “facilones” victimas de estos engaños. Para que después, el engañado, se vista de luces y proceda a hacer su “magia” y engañe así, a sus posibles alumnos y a todo aquel que se acerque a sus escuelas.

– ¡Mira ese maestro¡, dijo impresionado el aspirante a alumno.
– Lleva un traje con una correa y porta: un machete, un cuchillo, un candado de taquilla, unas llaves, una radio, un móvil, unos guantes, una taza, un encendedor, un abrelatas, una pistola simulada, unas bridas del todo a cien, una defensa de 80 cm, una cadenita barata, dos cargadores, una linterna, una extensible, unos grilletes y un pañuelo de los San Fermines… ¡guau! ¡qué bueno debe ser!

Su amigo le miro y le dijo:
– A ver, joven Padawan, ¿crees de verdad que, si tuviese un conflicto real en la calle, en este barrio que vivimos y, suponiendo que así fuese, ese cinturón lo haría imbatible? ¿No te das cuenta que no puede casi caminar de forma natural, para mover todos esos adornos cual árbol de navidad?

Deja que sean los profesionales quienes se encarguen de actuar como tal.
Busca a un formador, maestro o docente que tenga experiencia y no te dejes engañar por los hábitos, papeles y otras.


Consulta, pregunta y asesórate bien de quién, a partir de ahora, va a ocuparse de tu bienestar o el de tu hijo.
Desconfía de charlatanes disfrazados con y sin capa. Y si tienes dudas, llama a la Federación pertinente, pregunta por su curriculum, experiencia y quién y donde se ha formado. Haz lo mismo que harías si quisieras que te representase un abogado o un buen dentista. No te dejes engañar ni te dejes deslumbrar por estos personajillos.

Sifu José Casimiro

10 Comments
  • Carlos Grosso
    Posted at 11:27h, 07 junio Responder

    Increíbles palabras Sifu que, lamentablemente, son una clara realidad de lo que tenemos hoy en día. Cada día que entreno me conciencio más de lo que quiero. Conocer un sistema, aplicado al combate real, requiere años de entrenamiento y veo a, incluso amigos míos, que en prácticamente dos años ostentan un nivel “de pegatina” que dista mucho de lo que su cinturón indica. Hablando con gente así muestran una especie de arrogancia las cuales indican algo como “y con el tiempo que llevas entrenando sigues ahí?” No amigo, no sigo donde estuve, estoy asentando conocimientos para, cuando llegue el momento, no tener un cartón que no sirve para nada ni un trozo de tela, sino todo lo contrario, sentirme orgulloso de haber llegado y de lo que quedará por recorrer. Mucho por trabajar, mucho por entrenar, pero considero que estoy en el camino adecuado (valores impartidos por uno de tus alumnos cercanos, Manuel Lara, al cual le envío un abrazo). Gracias por la reflexión Sifu, seguimos andando.

  • Juan Manuel Sanz Oro
    Posted at 16:24h, 07 junio Responder

    Ni un pero que decir ni una coma que añadir . 100 por cien de acuerdo contigo ,compañero . Un abrazo

    • José Casimiro
      Posted at 17:46h, 07 junio Responder

      Gracias Juan Manuel! tú sabes de lo que hablo y lo complicado de este mundo… bueno, no solo de este; pero este es el que nos ha tocado a nosotros. Un abrazo compañero.

  • Gaia
    Posted at 20:49h, 07 junio Responder

    Me permito de comentar y quiero solo decir que he hecho un aplauso a cada palabra. Absolutamente nada que añadir sino apoyarte en esta lucha. En todos los campos se veen “últimos llegados” ya poniéndose medallas, pero personalmente ver esto en las artes marciales es aún más decepcionante. Porque como tú bien dices, alrededor de esta arte hay filosofía, historia y siglos de tradiciones. Y desafortunadamente se veen ensuciadas por manos de personas que no saben enseñarlas ni siquiera respetarlas. Con el agravante de que estas personas se pueden volver peligrosas. Y bastante mal va el mundo para añadir más violencia.

    Hay que formarse, estudiar, sacarse títulos, como en todos los campos. Y sobretodo ser humilde de reconocer cada uno sus propios límites. No todos saben enseñar. No todos deberían hacerlo. Que dejen esta otra arte a quien sabe y se lo ha ganado sudando, viajando, formándose honestamente.

    Olé tú. Gracias Sifu.

    • José Casimiro
      Posted at 20:55h, 07 junio Responder

      Gracias Gaia! tú opinión es importante para todos. Poco has dicho, pero muy bien. Gracias!

  • Fernando Liao
    Posted at 00:29h, 08 junio Responder

    Impecables las palabras!
    No solo sucede en España, aqui en Argentina tambien existen estos personajes cuales mencionas, he ido de escuela en escuela conociendo por dentro cada situacion, hasta que despues de muchos años agradezco haber encontrado mi lugar.
    Lo.importante es que uno sea honesto con su camino y siga dando lo mejor!
    Saludos enormes desde Argentina!

    • Jose Casimiro
      Posted at 08:10h, 08 junio Responder

      Gracias Fernando, tu opinión es importante. Si, sabía que por aquellas tierras también sucedían estas cosas. Además, YouTube, es un buen reclamo de esto. Triste, pero así es! El problema, es que cada día está en más sectores y, esto es muy triste. Un saludo Fernando 🙏

  • Manuel Castañeyra
    Posted at 13:23h, 10 junio Responder

    El mal que impera en esta sociedad se extiende al mundo marcial. Los gurús, como bien señalas, surgen por doquier y hay una falta total de escrúpulos. La verdad que leer tus palabras, ahora que empiezo modestamente un proyecto marcial, es muy refrescante. Creo que vivimos momentos de una sobreestimulación por la facilidad que aportan las redes para vender toda clase de patrañas. No entiendo por qué esa titulitis afecta a tantas personas, bueno si, es un combate de egos. Ponerte delante de un grupo como maestro, monitor o alumno avanzado, es una enorme responsabilidad, porque hay un grupo de personas que esperan de ti honestidad y saber hacer. Enseñar humo y viento puede poner a esas personas en situaciones muy comprometidas. El trabajo, como bien dices, no es solamente, enseñarles a dar puñetazos y patadas, sino iniciarles en un camino marcial donde aprendan también una serie de principios filosóficos y valores, si, eso que está tan poco de moda hoy en día. Pero claro, eso sin descuidar que es un arte marcial, no es yoga ni pilates, así que lo que enseñes tienes que ser serio, contundente y funcional, sin dejar de ser lógico y acorde con los principios de la anatomía y la biomecánica. Para ello tu maestro deber serlo, no solo parecerlo, y no solo de esos con muchos títulos en la pared. ha de ser una persona versada en las lides del combate, que conozca los principios de la agresión y que presente un sistema que pueda, porque está “probado” en el laboratorio de la calle, ofrecer soluciones al que se esfuerza en el entrenamiento. Pero todo eso con paciencia, sin regalar nada y consciente, como bien dices, que antes de correr, hay que enseñar a caminar.

    En ese sentido me siento afortunado de pertenecer a tu escuela. Si bien es cierto que mi lejanía geográfica lo complica todo, la calidad que emana de tu quehacer marcial es un estímulo que, a veces, dudo que merezco. Espero estar a la altura con el paso del tiempo. Cuando llevas tantos años en este mundo y te has sentido engañado tantas veces, dar con un MAESTRO, así con mayúsculas, como debe ser, es el mejor regalo. Y esto si que es un regalo. Siempre tenía este proverbio zen en mente: Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro. Y el maestro ha aparecido. Habrá que ver ahora que es capaz de hacer el alumno….

    Saludos y muy buen artículo!!!

  • José Casimiro
    Posted at 10:22h, 14 junio Responder

    Gracias por tu aporte Manuel.
    Es importante ver todas estas cosas que aquí explicas. No todo el mundo se da cuenta que, los vende humos, y otros personajes, nos rodean a diario. Ya no solo en política se venden al mejor postor. Esos que se les llena la boca de lealtad y trabajar por el bien del prójimo. Lo mismo aquí, en las artes marciales y en otros campos. Charlatanes que, lejos de principios y honestidades, se llenan los bolsillos a base de adornar y palmear la espalda de quien se arrima, para después, despojarle de sus ahorros y “regalándole” ese papel en forma de Certificado de lo bien que lo ha hecho.
    Vamos que, gracias a él, se permitirá seguir con su plácida y magnifica vida.
    Amén de los “disfrazados” con multitrajes para aparentar que aún saben más.
    Menos mal que aún quedan caminantes como tú.

    ¡Gracias Manuel!

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